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El amor equivocado.

8/7/09 |


Capítulo 3.

Simone y David intentaron pararme al verme así de histérica pero no lo consiguieron. Salí de aquel asqueroso local, donde me habían humillado, donde me habían dejado como la peor desgraciada del mundo y corrí rumbo a...nada.
¡Sam, Sam! Bill iba detrás de mi pero para cuando me vio ya estaba demasiado lejos de mi y es mejor que no fuese detrás.
Los tacones me molestaban y los tiré en el primer sitio que piyé sin parar de correr. Entonces pensé que donde podía ir y dejé de hacer el idiota y me marché a casa. En el camino me desice del peinado, me pegué resfregonazos con la mano en la cara y con mis lágrimas intenté quitarme el maquillaje. Aún me quedaba diez minutos por lo menos al llegar a mi casa y me siento sin fuerzas. Vi una parada de autobús y no dudé en pararme y acurrucarme como una niña asustada que lo que necesita es que la tranquilicen pero nadie, nadie estaba ahí. Me sentía sola, desgraciada eso es lo que soy, una desgraciada. He echo el mayor rídiculo del mundo. No podría volver al colegio para que cuando pasase por el pasillo escuchara risitas y menos aún podía mirarle a la cara a Tom. Quizás pueda a sonar estupidez pero de Magdeburg tengo que desaparecer. Me sequé las lágrimas y emprendí camino hacia mi casa.
Las luces estaban apagadas, mis padres tendrían que estar bien dormidos pero no me importa. Me coloqué enfrente de mi puerta y di fuertes golpes. Al cabo de un minuto mi madre apareció con el camisón con cara de preocupación por los golpes. Al verme así le sorprendió y su boca fomó un enorme o.
-Mamá ayúdame.
-¿Qué es lo que te ha pasado?
Mi madre se alteró y me metió en seguida dejándome sentada en el salón y sin dejar de tocar mi mano temblante.
-¡Pero mira que pintas! ¿Qué te han echo esos desgraciados?
-¿Qué es lo que pasa?
Mi padre se levantó con la marca de la almohada en su mejilla izquierda y aturdido.
-¿Hija?
Al verme así se despejó enseguida y fue a cojerme mi mano sobrante.
-Necesito irme de aqui cuanto antes. Quiero irme de Magdeburg, donde sea.
Les miré suplicantes. Mis padres se miraron con cara horrorizante.
-Hija, no puedes irte, seguro que no ha sido para tanto.
-¡¿Qué no?!- me levanté furiosa-. ¡Me han humillado y todo el instituo se ha burlado de mi y Tom se ha enterado de que le quiero y lo único que ha dicho es qué el no puede quererme como algo más que su amiga! Os puede sonar una tontería pero en mi vida lo he pasado tan mal, mamá se han burlado de mi como han querido y las carcajadas aún las tengo metidas aqui-con mi dedo índice me dí en la sién-.Por favor-esta vez miré a mi padre-. Si es posible que sea mañana no quiero volver aqui, no quiero ser una niña caprichosa pero jamás os he pedido algo y os pido esto que es demasiado importante para mi.
Mis padres no decían palabra, el salón se quedó en absoluto silencio salvo que de vez en cuando se oían mis sollozos.
-Cariño se me olvido decirte que...-mi padre empezó a hablar con mi madre-...me han ofrecido un puesto de trabajo en Madrid.
Al oir aquello suspiré, lo más probable es que después de aquello mi padre diría que lo hiría a aceptar.
-Pero Simone, Gordon..-a mi madre la idea de separarse de sus mejores amigos le aterrorizaba al igual que mi padre y a mi pero yo ahora...es lo que necesito.
-Mamá, papá sé que les vais a echar muchísimo de menos al igual que yo, para mi han sido como hermanos, son los únicos amigos que tengo desde que tengo uso de razón y más los gemelos. Simone me ha tratado como la hija que nunca tuvo y la idea de marcharme de aqui nunca, nunca se me había pasado por la cabeza pero no puedo estar aquí mamá. ¿Tú podrías vivir con humillaciones todos los días? Los conozco y se que me lo harán. ¿Te acuerdas de Sara?
Sara era una chica también gordita que se cruzó por el camino de Vanesa y acabó huyendo de aqui al igual que quiero hacer yo.
-Ella sufrió casi lo mismo que yo- continué.
-No sigas más. Yo tan solo quiero que estés feliz-mi madre se levantó y me dio un fuerte abrazo, uno muy fuerte que es lo que necesitaba.
-Llamaré a tu tía Jessica-.dijo mi padre.
-¿Para qué?-le dije.
-Tú madre y yo no nos podemos ir mañana, te irás tú.
Mi padre cogió el teléfono y empezó a marcar.
-Gracias-susurré.
-Vete a dormir, será mejor que descanses.
Me dirigí hacia mi habitación, de mi cabeza no podía marcharse aquella escena. Me estaba quitando mi vestido, poniéndome el pijama con lágrimas en mis ojos. Me tumbé en mi cama esperando a que se fueran aquellas imagenes pero nada. Escuché unos murmullos que provenían del salón, serían mis padres. Yo lo siento mucho por ellos pero para mi me resultaría demasiado difícil convivir aqui. Mis párpados pesaban, cerré los ojos y caí gracias a dios en un profundo sueño.

Mi madre me levantó a las siete y media con cara aún de tristeza.
-Ya es la hora, vístete- me susurró.
Mi madre se marchaba, me dolía verla así, me hacia sentir culpable.
-Mamá espera.
-¿Si Sam?
-No estés así.
-¿Así cómo?
-No quiero que estés triste por mi culpa.
Mi madre sacudió la cabeza y vino en busca de mis manos para entrelazarlas con las suyas.
-No es culpa tuya que haya gente así. Te entiendo yo hubiera echo exactamente lo mismo. No es fácil convivir con gente así. Estoy así porque son muchos años aqui y esas cosas pero ya soy grande, me acostumbraré. Si para mi es duro para ti tiene que ser mucho peor el dejar aqui a tus amigos. Y si tú eres fuerte, yo también lo seré-una pequeña sonrisa se le dibujó haciendo que yo también sonriera-. Venga, no puedes llegar tarde, dúchate.
Me dejó un pelín más tranquila. Cogí la ropa que me iría a poner, me dirigí hacia el baño y abrí el grifo de la bañera para probar si había agua caliente. Metí mi mano debajo del agua y de pronto empecé a recordar los buenos momentos que había pasado aqui, pero no puedo dar marcha atrás por más recuerdos preciosos que me vienen a la cabeza. Me van a odiar cuando se enteren que me he ido sin despedirme pero, lo siento tanto, si pudiera decirselo si pudiera dar marcha atrás de veras que lo haría. ¡Agg! Quité rápidamente la mano, me había quemado. Me desvestí y me metí en la ducha y esperé a que aunque sea ahí, mis pensamientos se marcharan con el agua.

-Ya estoy lista-les dije a mis padres que estaban sentados en el sofá sin decir palabra.
Dejé mi pesada maleta en el suelo y sin ni siquiera darles permiso, las lágrimas recorrieron mis frías mejillas. Al verme así mis padres se levantaron en seguida a abrazarme preocupantes.
-Espero que allí en Madrid las cosas cambien, no sabes lo que nos duele verte así hija-me dijo mi padre.
-Si...yo también lo espero...-dije entre sollozos.
Me despedí de mi madre, ella se quedaba allí no le gustaba demasiado las despedidas aunque nos fueramos a ver dentro de una semana. Me monté en mi audi, en el asiento del copiloto y miré hacia el frente...la casa de los gemelos...tantas cosas que he pasado allí... Ahora mismo estarán durmiendo sin saber que me voy y no los volveré a ver hasta que el tiempo diga... Les deseo demasiada suerte con su grupo.
Empecé a ver la casa más y más lejos hasta que desapareció, ya estaba llendo hacia la estación de trenes.
Mi avión no salía hasta las diez y media, son ocho y media y tengo que embarcar a las nueve. Llegaré a Hamburgo a las nueve justas con el ave.
-Todo saldrá bien-me dijo mi padre para tranquilizarme-. Menos mal que me han ofrecido el trabajo, sino, lo tendríamos muy chungo para irnos.
-Os estaré eternamente agradecidos, papá.
-No tienes porque darnos las gracias, es nuestro deber ver a nuestra hija feliz y es lo único que deseo.
Abracé a mi padre. Nos quedamos así unos segundos mientras yo veía como la gente pasaba con prisa por coger su vuelo o como algunos se reencontraban con sus familiares. De fondo no se oía otra cosa que el murmullo de la gente y a veces los altavoces anunciando los trenes, o llamando alguna persona.
Pero me detuve en una persona que se dirigía hacia nosotros que me resultaba demasiado familiar. Me separé de mi padre y me levanté para ver si la podía ver mejor y entonces la vi.
-¿Qué hace aquí mamá?
-¿Tú madre está aqui?
Mi padre se levantó y se puso en el mismo sitio que yo para poder verla. Y mi madre no había venido sola, a su lado le acompañaba un chico de pelo negro y de punta, que vestía con una chupa y unos pantalones vaqueros y como no sus deportivas, Bill estaba aqui.
-¿Qué hacéis aqui?-les dije elevando la voz porque aún estaban lejos y no podía esperar a que estuvieran donde nosotros para preguntarselo.
Mi madre se llevó a mi padre y Bill me miraba con cara de decepcionado, normal entiendo como tenía que estar. Ninguno de los dos gestículamos si quiera, nos quedamos bastantes segundos callados, él me miraba pero me ponía nerviosa y yo tenía clavada mi mirada en el suelo.
-Voy a tú casa...-empezó él, un escalofrío me produjo al oir su fría voz-...y me encuentro con tú madre, triste porque te vas a España, porque os vais a España.
-Bill...-intenté explicarle pero me cortó.
-Mi mejor amiga se va, se va y sin ni siquiera despedirse de nosotros- le notaba furioso-. ¿Por qué se supone qué te vas?
-Bill el rídiculo, la humillación...-me ruboricé nada más que de pensarlo-...que sufrí anoche fue enorme.
-Vale y lo sé pero, ¿no nos tienes a nosotros para apoyarte en todo? Sam, sabes que conmigo también se han metido y ¿me he ido de Alemania por ello y encima sin despedirme? No porque ahí estabáis vosotros-me señaló.
-No espero que lo entiendas Bill, es mi decisión. Se que os tengo y os he tenido cuantas veces lo he necesitado pero ahora es distinto-agaché mi mirada al acordarme de Tom.
-Ah ya sé, es por mi hermano ¿verdad?
Levanté la mirada rápidamente.
-Sam, que ames a una persona y no seas correspondida no es ningún motivo para marcharte así. ¿Sabes? yo también estoy enamorado de una persona y no soy para nada correspondido.
¿Bill enamorado de una chica y no me he enterado? Intenté recordar a ver si había visto a Bill con alguna chica pero no me vino ninguna imagen a la cabeza.
-¿Estás enamorado y no me lo has dicho?
-Como para decirtelo, cada vez que iba a hablar contigo estabas embobada con mi hermano por no decirte que te has comportado conmigo demasiado mal. Y claro-dejó caer sus brazos-yo no podía decirte nada porque quería que estuvieras al lado de la persona que quieres.
-¿Sabías que quiero a Tom?
-Todos lo sabíamos menos él que es algo corto. Que por cierto no sé que le ves porque es un putero que pocas veces toma los sentimientas de las chicas.
Perfecto, lo sabía todo el mundo.
-Pues yo que quieres que le haga yo no decido de quien me enamoro. Y me acabas de dar otro motivo por el cual marcharme, todo el mundo lo sabía.
-No seas tonta Sam,¡por favor!-Bill estaba realmente cabreado- Nos estás dejando a todos tirados por eso.
-Bill como te he dicho antes no espero que me entiendas. Además que ahora ibáis a estar de gira, a penas podríais verme y quizás os olvidaríais de mi.
-¡Sam me estás dejando flipado! ¿Cómo puedes poner en duda nuestra amistad? ¿Te piensas que eres poco importante para nosotros para olvidarnos de ti? Y si estaríamos de gira y no te veríamos pero por lo menos estaríamos con las ganas de volver a casa y encontrarnos con nuestra mejor amiga.
La había cagado tenía que haberme quedado callada. Bill tiene en parte razón pero ahora no puedo volver atrás. Mi padre ha aceptado el trabajo y a mi me quedan minutos para subir a ese avión. Mis ojos se humedecieron dejando paso a lágrimas. Bill al verme así me cogió suavemente y me abrazó.
-Lo siento...no quería ponerme así pero es que... Sé que lo de ayer fue una putada y que Vanesa tiene que pagarlas...además de que has demostrado que tienes fuerza, cuando vi a Vanesa tenía los cinco dedos marcados en la mejilla.
Bill consiguió sacarme una sonrisa como siempre suele hacer. Nos reimos un instante.
-¿Os vais a enfadar conmigo?
-Por más que quisieramos nunca podríamos estar enfadados contigo por muchas cosas asquerosas que nos quieras hacer.
-Gracias-me separé de él.
-Cariño tú tren sale ya
Mi padre nos interrumpió y volvió a marcharse para dejar que nos despidieramos.
Nos quedamos uno enfrente del otro Bill me miraba de vez en cuando, estaba pensando en algo o eso parecía.
-Os echaré mucho de menos, despídeme de todos, de todos y les dices a Gustav y a Georg que los quiero un montón que no cambien, bueno que no cambiéis ninguno de vosotros, que tengáis demasiado éxito, que os acordéis de mi y que sobre todo...que me perdoneis.
-Aunque no lo creas te entenderemos...algo pero entenderemos tú decisión.
Sonreimos. Me acerqué rápidamente y abracé fuertemente a mi amigo. Él no supo reaccionar de enseguida pero luego me devolvió el abrazo fuertemente.
-Sam..-me dijo en un susurro- te...quiero.
Bill nunca me había dicho que me quería, ninguno de ellos eran capaces de decir que me querían como su mejor amiga que soy. Me separé de él y sonreí de oreja a oreja.
-Yo también te quiero, Bill, os quiero a todos.
Pero Bill no tenía la misma cara que yo.
-No es que Sam yo...
-Me tengo que ir, ya sabes. Cuidaros.
Algo me iría a decir pero le corté dándole un beso en la mejilla. Fui a donde mis padres y giré mi cabeza para tener un último recuerdo de Bill y éste estaba en el mismo sitio y en la misma postura en que lo había dejado. Levanté mi mano derecha y le despedí, él me lo devolvió. Después de despedir a mi padres entré, ya me iba para siempre de mi querida Alemania, para siempre. La azafata me condujo hasta mi asiento y me dijo que cualquier cosa que quisiera que se la pidiése. Me tocó un buen asiento, al lado de la ventana, me encanta.
Los párpados me pesaban, apoyé mi cabeza en la ventana y me quedé autómaticamente dormida.
La amable azafata me despertó porque ya habíamos llegado.
-Gracias-le dije mientras me restregaba mis ojos.
Es noraml que me haya quedado así de dormida tan solo dormí un par de horas.
Bajé del avión y empecé a observarlo todo, estaba en Madrid, ya nada de Magdeburg, nada. Recogí mi maleta y observaba cada rincón de cada lugar en el que pisaba y eso que tan solo estaba en el aeropuerto. Por suerte mi español es bastante bueno, he estado dando clases además de que la mayoría de veces con mis padres hablamos español y esa es otra muy buena ventaja.
Divisé a mi querida tía Jessica. A decir verdad he visto a aquella mujer de pelo negro, de buen cuerpo, y guapísima unas tres veces en mis catorcer años de vida.
Es abogada y muy buena al parecer, según me han dicho mis padres tiene mucho dinero,un buen coche, una casa de lujo y es esa misma en la que vamos a vivir nosotros debido a que se va a América ha trabajar al parecer los casos de Madrid se le han quedado chicos y quiere más.
-Hola-dije tímidamente al ponerme enfrente de ella.
Ella con su enorme sonrisa vino hacía a mi y me dio un gran abrazo.
-Como me alegro de tenerte aqui, lástima que tan solo podamos estar juntas una semana.
-Si una pena.
A mi no me importaba nada, para mi era como una completa a medias desconocida así que tampoco es que la vaya a echar mucho de menos pero si ella es feliz así le demostraré que yo también la echaré de menos.
Fuimos al parkin y me condujo hasta un deportivo plateado, si realmente si tenía dinero.
-Si te portas bien este coche puede llegar a ser tuyo-me dijo.
-Claro, dentro de tres años este coche habrá pasado de moda.
Hasta yo misma me di cuenta de la estupidez que dije, ese coche es todo un lujo y jamás pasará de moda.
-Sabes que no, se lo diré a tú padre. Para ti.
Que rabia me dan los típicos adinerados que se pueden limpiar el culo con el dinero. Porque es mi tía y tengo que aguantarla nada más que una semana si no...mal estaríamos.
Al montarnos en el coche nos quedamos un buen instante en silencio pero para lo que me dijo mi tía mejor que hubieramos seguido así.
-Mi hermano-o sea mi padre- me ha contado lo ocurrido.
¿Todo? Como se lo haya dicho todo me lo cargo.
-Pues que guay.
Quería pasar del tema no quería que siguiése hablandome de eso.
-No pasa nada, mira conozco a un médico que te puede ayudar.
-¡¿Un médico, un psicólogo?!
Me quedé perpleja, ¿se piensa qué me he quedado tocada? Un poco pero no para llegar a tanto.
-No querida-rió burlona- un médico especialista en dietas.
-¿Me quieres poner a adelgazar?
-No si tú no quieres pero... no se-mi tía me miraba por el rabillo del ojo-. Es muy bueno ha dejado a varias chicas como modelos. Solo tienes que poner fuerza de voluntad.
Delgada, eso me hizo que pensar. Giré mi cabeza y la apoyé en el cristal. Delgada es lo que más he deseado en esta vida después de querer tener a Tom. Perfecto ahora ha salido el nombre de él y ahora las pasaré canutas para quitármelo de la cabeza. Pero, podría ponerme una treinta y ocho o mejor una treinta y seis aunque eso ya es demasiado; no tendría que ponerme blusas anchas ni pantalones... Una sonrisa de oreja a oreja se me dibujó.
-Quiero conocerle-le dije a mi tía.
Mi tía me miró con una sonrisa.
-Está aqui al lado, si quieres nos pasamos.
-Cuanto antes mejor.
-¿Tus padres estarán de acuerdo?
-Mis padres con tal de verme feliz...
-Entonces echo.
Era una clínica privada, mi tía se lo podía permitir claro. El médico era muy amable, me recomendó lo mejor para mi hasta me previnió del algunas cosas que serían perjudiciales para mi salud si me pasaba. Me dio una lista de comidas, y sobre todo tenía que hacer demasiado deporte. Bien, mañana empezaré y lo tengo que hacer mañana porque mi tía me ha apuntado ya en el gimnasio en el que va ella. Así que más vale que haya grandes resultados.
Después de darle las gracias y decir unos cuantos chistes nos fuimos de allí, estaba aún cansada y necesitaba dormir en una cama. Al llegar a su edificio le di la razón a mi padre era un edificio super pijo donde no ves ni una mota de polvo; el recepcionista con uniforme y con la espalda firme; ¿aqui voy a vivir yo? no se si me acotumbraré.
El ascensor otra cosa igual, los espejos sin una huella. Vivía en el quinto piso de cinco, o sea se, que vivíriamos en el ático y sin vecinos. Bien.
Al salir del ascensor no iba mirando al frente y me tropecé con una chica que debería de tener la misma edad que yo de pelo castaño claro y...delgada.
-Perdona es que iba sin mirar-se disculpó.
-No también ha sido mi culpa.
-Hola, Laura.
La saludó mi tía, debía de vivir en el mismo edificio. Una chica pija además de que ahora que me estoy dando cuenta se le nota en la vestidura, algo me decía que no ibamos a ser muy buenas amigas debido a que los pijos para mi se podrían ir a la mierda y un poco más para allá.
-Hola Jessica-la chica le sonreía luciendo su blanca dentadura-. Quería saber si habías llegado para conocer a...-me miró.
-A Sam-le dije con desgana.
-Encantada soy Laura.
La chica me dio dos besos y no dejaba de lucir su dentadura, ¿no se hará daño de tanto sonreir? Entonces me acordé de que yo antes de ayer estaba exactamente igual con mis mejores amigos.
-Creo que vamos a ser muy buenas colegas-continuó esbozando su sonrisa.
-Vale.
A la chica se le borró rápidamente la sonrisa al ver que no tenía ningún interés por conocerla, se ofendió.
-Laura tienes que perdonarla echa mucho de menos a sus amigos de allí entonces...
-Oh claro, lo siento pero, los verás pronto-volvió a esbozar su sonrisa.
Me molestó demasiado eso de que los volvería a ver pronto es lo que más deseo pero me parece a mi que dentro de mucho tiempo, ahora siento una gran vergüenza y no podría mirarles a la cara además de que, van a ser famosos.
Nos despedimos, bueno mi tía se despidió de Laura y entramos a lo que sería mi nuevo hogar. La casa era preciosa, moderna; mi habitación tenía televisión, teléfono y lo más importante: baño. Quería sonreir era la "casa de mis sueños" pero, para ser la casa de mis sueños sin las comillas tendrían que estar ellos.
-Tengo internet por si te quieres conectar para hablar con tus amigos o algo y si quieres puedes usar el teléfono- me dijo mi tía mientras se quitaba su cara chaqueta.
-Claro, si tengo necesidad de utilizarlo no lo dudaré, gracias.
-Voy a darme una ducha y después tengo que hacer unos papeleos-me dijo con una sonrisa.
Dejé mis cosas en mi habitación, me asomé por la ventana para ver mis nuevas vistas y lo que vi no se parecía en nada a lo que tenía allí en Magdeburg; aquí lo que tenía eran tiendas y más tiendas, vivía en todo el centro de la ciudad y de fondo tan solo escucharía el tráfico, mientras que en Magdeburg cuando me asomaba por la venta veía como Simone salía detrás de Tom y Bill porque ya habían echo una de las suyas y de fondo escucharía la música de mis chicos que estarían ensayando. No pude evitar el sonreir y que se me humedecieran los ojos.
Salí a ver más detenidamente mi nueva casa y acabé en la habitación del ordenador. No es que utilizara mucho el ordenador porque tan solo tenía contacto con ellos y siempre los veía pero por si acaso, nos hicimos una cuenta messenger, si no recuerdo mal la contraseña...si es esta. Me conecté y tan solo tenía cuatro usuarios desconectados, ellos. Sentí un alivio por el que no estuvieran conectados, nunca se conectan así que creo que poco voy a hablar con ellos por aqui. Ding, dong. El timbre sonó; dejé el ordenador como estaba no cerré ni sesión y fui a abrir la puerta. Allí estaba Laura con su gran sonrisa.
-Ah eres tú-dije no con un tono amistoso.
-Si, quería subir para conocernos mejor-me dijo algo tímida.
-Claro, pasa.
Ni la esperé a que pasase, me daba lástima por eso dejé que pasara a la casa de mi tía sino ya le hubiera cerrado la puerta en las narices. Fui a la cocina tenía algo de sed, Laura me seguía. Pegué un buen trago a mi vaso de lo primero que piyé, pepsi, y miré a Laura que me miraba entonces me acordé que tenía que ser cortés.
-¿Quieres algo de beber?
-No, gracias-sacudió la cabeza.
-Bien.
Me fui de allí y a la primera habitación que vi entré, la del ordenador. Me senté en el sillón del escritorio del ordenador, mis usuarios seguían sin conexión asi que me metí en internet. Laura se quedó de pie detrás mia y notaba como clavaba su mirada en mi espalda asi que lentamente y mirándola por el rabillo del ojo al principio le pregunté.
-¿Quieres sentarte?
-Claro.
Se sentó en la silla que estaba detrás de la puerta y la condujo a mi lado. Me molestó claro asi que bufé.
-Eres una chica tímida.
-Ya y tú una chica muy observadora-dije vacilante.
-¿Tienes amigos aqui?
-Ninguno.
-¿Y te apetece?
-No.
A penas la miraba yo empecé a jugar a los videojuegos que anunciaban por internet.
-¿Por qué has venido a España?
La gota que colmó el vaso. Suspiré fuertemente y la miré.
-No es algo que te importe.
Volví mi mirada a la pantalla. Ella me observaba y de verdad que me estaba poniendo nerviosa.
-En serio si te quieres desahogar aqui estoy-siguió-. Tendría que haber sido algo muy importante, ¿fue por el trabajo de tú padre?
Me estaba artando tanta preguntita asi que con rabia, bastante rabia se lo dije.
-¡Me humillaron ante todo mi instituto y el chico que más quiero me dijo que tan solo era su amiga ante todo mi instituto! Y los de mi instituto no es que me estuvieran consolando precisamente-dije sarcástica.
La boca de Laura formó una o. Volví a la pantalla de mi ordenador sin esperar ningún comentario de la chica.
-Lo siento-dijo-. ¿Tus amigos no te apoyaron?
Los pelos se me pusieron de punta, es lo mismo que me dijo Bill que ellos iban a estar allí para apoyarme pero que se me pasó por completo y ahora estoy aqui en Madrid arrepintiéndome.
-Si y me apoyaron bastante y este tema no es el que más quiero hablar, ¿vale?
-Claro, perdona.
Entonces la cosa que menos me esperaba ocurrió. Una ventanita asomó en la pantalla de mi ordenador diciendo que Georg se conectó. Me puse tensa y no le dije nada, me desconectaba o seguía allí para que empezara hablarme él.
-¿Qué te pasa?-me preguntó Laura al verme así-. ¿Es uno de tus amigos?
Asentí. Y otra ventanita apareció, Georg me había hablado.
-Hola...
Me quedé pensativa, no sabía si contestarle o que hacer.
-¿Eso es hola?-me preguntó.
Claro, se me olvidaba, ella no sabe alemán y Georg claro me estaba hablando en su idioma.
-¿Por qué no le hablas?-siguió preguntado-. Estará contento por hablar contigo.
Tuve que contestarle para que se cayara.
-Hola...
La tensión y el nudo en mi garganta era cada vez más grande, Georg me estaba escribiendo algo. Esperé.
-Esto...queria decirte que...
-Lo siento.
Le escribí rápidamente. Tardó en contestar.
-No tienes que sentir nada es lo que has sentido que tenías que hacer y yo y los otros como tus mejores amigos te entendemos. Lo que no entendemos es porque no nos has dicho un simple adios.
-¿Habéis hablado con Bill? -Si nos ha contado lo que le has dicho. Nosotros también te queremos y te echaremos demasiado de menos. Eres y serás nuestra mejor amiga para siempre por lo menos la mía :D
Sentí un gran alivio y sonreí como una tonta.
-Ha dicho algo bueno parece
Me olvidé totalmente de Laura, aún seguía ahí intentando cotillear algo pero no entendía.
-Si algo muy bueno-le contesté esta vez con una sonrisa.
-Anda si has sonreido.
Reimos. Parece que no es mala.
-Estamos en el estudio-me contó- David nos ha puesto internet como ahora vamos a ser famosos... Parece que lo ha echo a caso echo para poder hablar contigo.
-¿Estáis todos? -Si. Te mandan saludos todos. -Dales saludos mios también. -Joder tía te vamos a echar mazo de menos. Gustav. -No me lo hagáis más difícil os lo suplico. -Tom quiere hablar contigo, ahora te va a escribir él. Besos.
En cuanto me dijo eso me puse tensa, super tensa. ¿Qué me iría a decir? Me estaba cayendo las sudores de la muerte. Parecía que me estaba escribiendo algo grande, está tardando.
-Solo quiero que sepas que me ha parecido muy mal lo que has echo. Sam quería hablar contigo sobre lo que pasó creo que ese no era ningún motivo para irte así me ha molestado nos ha molestado pero te voy a decir lo que Bill te ha dicho, te queremos eres nuestra mejor amiga, jamás te vamos a poder olvidar y jamás nos podremos enfadar contigo, eres la única hermana que tenemos. Y algún día, si nos volvemos a ver que es lo más seguro, de esto tenemos que hablar aunque tengamos cincuenta años que lo sepas.
Mis ojos se entristecieron no supe que decirles que:
-Está bien. Oye me tengo que ir. Adiós os quiero.
Me desconecté antes de que me pudiera decir nada. Seguía siendo una cobarde y creo que así seguiría. Ojalá y no me lo encuentre por eso aunque muero por verles pero no quiero hablar con Tom sobre ello.
No supe que hacer, en ese momento quería estar sola y Laura lo entendió.
-Te voy a ir dejando sola, por tú cara no estás muy bien.
-Te lo agradeceria de veras.
No la miraba a la cara, tan solo por el rabillo del ojo. Laura posó su mano derecha en mi hombro izquierdo y se marchó. Cuando lo hizo dos lágrimas como mi puño recorrieron mis mejillas, como les voy a echar de menos, como me voy a arrepentir de lo que estoy haciendo, no me tenía que haber ido, siempre me pasa igual, siempre la cago y son ellos los que están ahí para ayudarme y ahora en esta cagadura no están, no están...

1 comentarios:

Grecia dijo...

ouhh debes de colgar el qe sigue porfavor..


bill tee amooo demasiadoooo :)