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El amor equivocado

13/7/09 |


Capítulo 4.

Al día siguiente de aquello, mi tía y yo fuimos al gimnasio, no me pareció duro, el monitor me lo ponía fácil.
A la semana mis padres vinieron y la idea de que fuera a un gimnasio con mis catorce para quince años de edad, no les pareció lo más conveniente pero, mi tía que es capaz de mentir a un juez pudo sucumbir a mis padres y me dejaron ir solita ya que mi tía se marchaba a los EE.UU.
Nos mudamos por completo, en Magdeburg solo teníamos los muebles tapados con sábanas, no la vendíamos por si algún día nos da el punto y nos vamos para allá cosa que veo muy difícil.
Mi padre se ha integrado muy bien en su trabajo, es más, lo veo incluso mejor. Mi madre ya se ha echo amiga de las vecinas de abajo pero jamás podrá reemplazar a Simone por ellas.
En mi nuevo instituto me acogieron muy bien, no oía gorda nunca más ya que la dieta milagrosa funcionaba; en un mes había perdido diez kilos así que voy progresando.
Laura, la chica que conocí nada más llegar a Madrid se ha vuelto mi mejor amiga, la juzgué mal por mi mala experiencia con los pijitos pero ahora no puedo vivir sin ella. La pega de Laura es que se ha echo super fan de un grupo de rock, y ¿a qué no sabéis de quien? De mis cuatro chicos, tengo dieciocho años y hace exactamente dos, Bill, Tom, Gustav y Georg alcanzaron la fama por toda Europa y ahora mismo se están dando a conocer por América; según me informa Laura les acogen muy bien y cada día hay más chicas que quieren aprender alemán por ellos y más chicas que se vuelven locas por ellos y eso que no les conocen como yo...
Laura me los enseña todos los días y han cambiado un montón, bueno, Georg y Gustav siguen igual con sus caras de niños buenos, Bill se ha vuelto loco tiene el pelo largo y se lo escarda poniéndoselos de punta, me encanta como es Bill de creativo, siempre seguirá igual; y el que más me importa a pesar de los años que han pasado, Tom, la cara la ha cambiado por completo, si antes la tenía de pícaro ahora la tiene de picarón y con sus rastas que las tiene super largas. Tom no ha perdido el tiempo y se va con una chica de cada país que va, sin embargo, no me molesta en absoluto a pesar de que aún lo quiero, es más, me hace gracia porque se que es así.
Laura al ser mi mejor amiga se supone que nos lo contamos todo pero aún no le he contado que esos cuatro chicos que ella idolatra, eran mis mejores amigos.
Delante de ella no muestro mucha importancia por ellos, sus canciones me las se enteritas pero, delante de ella hago tararearlas como que me gustan pero no me considero una seguidora nata de ellos.
Por ciero, añado que, ¡estoy delgada! Lo conseguí gracias a mi tía y no es que tenga un cuerpazo de infarto pero por primera vez me gusto y también me he vuelto pijita, es lo que tiene vivir en la gran ciudad de España e ir juntandote con las hijas de la crem.
-No se que hay que hacer para que los Tokio vengan aqui a España.
En la habitación de Laura como todas las tardes, me cuenta siempre algo de ellos y aunque me pongo tensa siempre que los veo, me alegro muchísimo por ellos y así puedo saber de ellos.
-Tendréis que recoger firmas, muchas peticiones para que puedan venir-le expliqué mientras jugaba con un muñequito de su cama.
-Ya pero es que no se donde-me decía.
-Tranquila-me incorporé a su lado-ya vendrán a verte, Bill te abrirá la puerta de su habitación de hotel-le dije irónicamente.
Laura me hizo una mueca de burla. Laura está enamoradísima del gemelo pequeño, del único del que me despedí y realmente conozco a Bill y se que por muy guapa y simpática que pueda llegar a ser una chica, no le abre su puerta la primera noche que la conoce y en lo que mi mejor amiga me ha contado de él, espera el amor verdadero, típico de Bill pero, me pregunto que será de aquella chica de la que estaba enamorado, yo creo que ha sido la primera y por ahora sigue siendo la única.
Dejé a mi amiga en el ordenador y fui otra vez a tumbarme en su cama y jugar con su muñequito.
-Bueno Laura, ¿a qué ciudad nos vamos a ir entonces?-le pregunté sentándome en los pies de su cama y ponerme enfrente de ella.
Laura y yo acabamos el instituto por completo, queríamos darnos unas vacaciones antes de entrar a la universidad y separarnos ya que ella quería psicología y yo quería seguir los pasos de mi querida tía la que me ayudó un montón, Jessica. Aún no habíamos decidido la ciudad en la que ibamos a estar haciendo nuestras locuras en el mes de octubre y más aún cumpliendo Laura y yo los diecinueve años. Tan solo nos quedan tres días para que acabe el mes de septiembre.
Laura dejó de mirar a la pantalla de su ordenador y me miró fijamente y algo nerviosa.
-Pppues había pensado que...-empezó a lardear-. Tú madre cuando estuve el otro día en tú casa estuvimos hablando del tema este-empezó a tocarse las manos,señal de que me quiere decir algo y no sabe como.
Achiné mi mirada esperando a ver que es lo que me quería decir mi querida amiga.
-Tú madre me ha ofrecido tú casa de Magdeburg-me soltó rápidamente.
Abrí los ojos como platos y entre abrí mi boca, mi madre sabiendo que no puedo ser capaz a pisar esa ciudad le ofrece a mi amiga, vamos a los dos mi casa.
-¿¡Qué!?-fue lo único que pude decir.
Laura se levantó y se puso de rodillas ante mi apartando el muñequito de mis manos para poder cogerlas ella.
-Sam, aún no entiendo porque no puedes volver.
-Laura ya te lo conté ¿no?
-Si por la humillación y eso pero, ahora la mayoría ya ni se acordará.
Tenía razón pero no era por eso si no para verles las caras a mis amigos y hablar con Tom mejor me estoy aqui.
-No es por eso.
-Vale, es por tus amigos, temes a que te rechacen por que te fuiste así sin más.
-Puede ser.
-Sam, son tus amigos, tus mejores amigos y me contastes que te perdonaron y que no se enfadaron contigo.
Aparté mis manos de las de Marta y me levanté rápidamente para mirar por su ventana y pensar en ellos, en ellos.
-Pero se supone que ibamos a conocer mundo, yo esa ciudad la he visto.
-No conocer mundo, sino estar las dos juntas de vacaciones.
-Laura tú lo único que quieres es ver a Tokio Hotel-le reproché dándome la vuelta.
Laura se levantó ofendida, no me importa pero es la verdad, Laura lo único que quiere es a ver si puede llegar a ver a Bill.
-Aguarda un segundo Sam, ellos el mes que nosotras vamos a irnos de viaje que es el que viene o sea el de dentro de 3 días…ellos están de gira por América y además ¿cómo puedes pensar eso de mi Sam?-puso cara de tristeza y se dió vuelta- yo que tan solo quería que volvieras a tus orígenes, que te reconciliaras con tus amigos…piensas que-suspiró- tan solo voy allí para ver a un chico cantante, famoso, guapísimo, amable…
-Vale, vale-la interrumpí no podía soportar más esa escena-. Casi me lo trago vales para actriz.
-Entonces... ¿es un sí?-dijo entusiasmada.
-No Laura es un no lo se.
Laura sacó a lucir su bonita dentadura, sonriendo de oreja a oreja y dando saltos como loca. Estoy acostumbrada a ver sus locuras pero hay veces que no.
-¿Y ahora por qué saltas?-dije cruzando mis brazos.
-Pues porque has dicho que no lo sabes.
-¿Y eso es un motivo para dar saltos? Lo más probable es que sea que no.
-Querídisima amiga mía-se volvió hacia a mi con una cara que me dio hasya miedo-. Te conozco como si te hubiera parido, cada vez que quiero hacer algo y a ti no te apetece mucho y dices no lo se siempre acabas cediendo.
Me puse a recordar y a recordar y lo cierto...es que tenía razón. Me separé de ella rechistando y fui hacia la puerta para irme.
-No me tientes-la amenacé con mi dedo índice.
-Claro, claro.
Laura puso cara de niña buena se estaba burlando de mi así que solté un soplido y me fui.
-¡Te quiero!
Oí nada más salir. Al cerrar la puerta me apoyé contra ella y dí un suspiro para prepararme y matar a la querida mujer que me dio la vida.
Subí dos pisos más arriba y la puerta de mi casa estaba abierta; entré a la puerta de la izquierda y allí estaba ella cocinando tan alegremente. Me relajé y me senté en la hornilla.
-Hija ¿no hay sillas?
-Claro que si pero mira, como no me lo has ofrecido...-le dije sarcásticamente.
Mi madre me miró perpleja y soltó un soplido.
-¿Ahora te tengo que ofrecer el asiento?-rió-. ¿Qué te has tomado?
-¿Tú me quieres?
Parecerá una tontería pero tengo que preguntarselo, es para seguir más a su lado si no me va a hacer la vida imposible. Mi madre volvió a soltar un soplido y se cruzó de brazos mirándome seria.
-En serio hija que te has tomado.
-¿Y tú quieres mi bien?-antes de que dijera nada seguí-. Límitate a contestar.
-Cielo sabes que te quiero muchísimo, ¿a qué viene esto?
-Entonces...¿por qué le has ofrecido a Laura nuestra casa de Magdeburg?
Al oir eso mi madre se puso tensa y empezó a mirar por todos lados, cogió su olla y empezó a menearla.
-Mamá.
Seguía haciéndose la longui.
-¡Mamá!
-¡Está bien! Verás hija tienes que afrontar el pasado, si sufriste una humillación muy grande pero mírate ahora estás delgada nadie tiene porque meterse ahora contigo.
-Mamá no fue por mi gordura, si por una parte pero fue también porque Tom…-suspiré.
-¿Aún le quieres hija?
-Que va hace mucho tiempo ya de eso-sacudí la cabeza.
A mi madre no la podía engañar.
-Dicen que el primer amor nunca se olvida, y la verdad es que es verdad-le conté.
-Mi pobre hija-me abrazó- pero Samantha, si los ves no pasa nada, si no quieres verlos no hay problema.
-Claro porque les puedo arrancar los ojos fácilmente-dije sarcásticamente.
-Han pasado bastantes años mira-cogió una foto mia de entonces que no se porque razón estaba en la cocina-. Casi ni te reconozco.
Observamos la foto detenidamente y fruncí el ceño.
-Lo cierto es que, he cambiado mucho, pero aún así creo yo que me reconocerán la cara la tengo igual.
-Hija- me cogió la barbilla y me obligó para que le mirase los ojos-. Ve a Alemania, se que por dentro te mueres por verlos, soy tu madre se que cuando estas callada piensas en ellos, en él… Olvida el pasado si los ves y te reconocen o tú le dices la verdad haz como si no hubiera pasado nada, acércate a ellos para que vean que su amiga de la infancia la única que han tenido sigue ahí a pesar de los años y de la distancia que hubo que hay y que creo que habrá, tienes que mostrarle tú mayor apoyo todavía Samantha, fueron tus mejores amigos, le ofrecí la casa porque sabía que esto te haría feliz y quiero que lo hagas…por mi.
Veía a mi madre borrosa debido a las lágrimas que se juntaban en mis ojos. Tenía razón, ¿cuándo voy a dejar de comportarme como una imbécil?
-Lo cierto es que si mamá tienes toda la razón me he comportado como una tonta…tienes razón-me sequé las lágrimas-. Iré
-Esta es mi niña.
-Pero no mamá-me acordé de lo que me dijo mi amiga-. Laura me ha dicho que están de gira por América justo el mes que vamos.
-Vaya, que mala suerte, bueno no pasa nada ya llegará el momento, al menos has dado un gran paso. Por cierto creo que tienes que dar otro paso.
-¿Cuál mamá?
-El contárselo a Laura.
-Mamá primero se pondrá hecha una furia y segundo no me dejará tranquila preguntándome que es lo que hacia Bill en todos estos años que le conozco y estuve con él.
-Bueno como quieras pero, ¿qué harás si los llegas a ver se acerquen y te abracen, le dirás que es por tú olor?
-Armani es uno de los mejores-vacilé.
-Samantha.
-Vale se lo contaré en el vuelo de ¿vuelta?- mi madre me miró ya cansada-. Vale de ida en cuanto nos montemos en el avión se lo diré.
-Así me gusta llamaré a tu padre para que os saque los billetes, mientras ve donde Laura seguro que estará impaciente.
-De acuerdo mamá-dije con una sonrisa de desgana.
Acto seguido bajé del hornillo para salir de mi casa, coger el ascensor y pulsar el piso número tres. Fui a la puerta 2A, toqué una vez y mi querida amiga me abrió la puerta sin respiración alguna.
-Tranquila Laura, soy yo.
-Por...eso...mismo-intentaba respirar y hablar a la misma vez-. ¿Qué...has...decidido?
Me detuve unos segundos para pensarmelo bien.
-¿Cómo va tú alemán?
-¡Lo sabía!
Laura saltó hacia a mi dándome un fuerta abrazo y gritar como una loca.
-Laura por favor.
-Está bien-se comportó-. Mi alemán va muy bien ya que tengo una maestra profesional.
-Así me gusta, que me piropeen.
Claro, la mayoría de las fans querían aprender alemán por ellos, Laura es una verdadera fan y claro yo su mejor amiga se alemán así que, me tiré un verano entero sin apenas salir para que la señorita entendiese las canciones.
-¿Cómo te has decidido a ir?
-Mi madre.
-Recuerdame que le debo la vida.
-Si, recuerdame que os la tengo que quirar a las dos.
-¡Sam!-se quejó.
-Bueno me voy a ir ya no vaya a ser que me arrpienta-hice ademán de irme-. Por cierto mi padre ya está sacando los billetes así que, tú procura hacer las maletas y portarte bien.
-Claro, hasta luego.
Me cerró la puerta en las narices antes de que pudiera contestarle. Es así, ahora mismo ya estará haciendo las maletas y eso que quedan tres días. Sonreí. Me di la vuelta y cogí el ascensor pero no pulsé el quinto piso, sino a la azotea. Ya es la hora, casi siempre vengo aqui a ver el crepúsculo, me encanta, este momento y ver la luna llena son los que más me llenan. Voy a volver a mis raíces, pero no ver a los que hicieron de mis raíces una alegría. Si el destino lo quiere así, que así sea.

El maldito despertador, ya es uno de octubre y son las cinco menos cuarto de la mañana, ¿por qué eligiría mi padre un vuelo tan temprano?
-¡Buenos días!-entró mi madre con una sonrisa.
Mis ojos aún no estaban del todo abiertos, me los restregué y pude preguntarle a mi madre.
-¿Qué haces levantada tan temprano?-dije seguido de un bostezo.
-¡Cariño!-mi padre también levantado, ¿qué es lo que se celebra hoy?-. Te prepararé el desayuno.
-Pero levántate-mi madre me sacó de la cama.
-Déjame-reclamé-. Quiero dormir un poquito más-me volví a acostar.
-Cariño.
Entonces empecé a preguntarme que porque mis padres estaban tan contentos y no es precisamente porque se iban a librar de mi un mes sino, porque voy a volver a la ciudad en la que me vieron nacer, crecer, reir... Y en las que aún estan sus dos mejores amigos de toda la vida, que ellos sin embargo, no perdieron el contacto para nada pero nunca hablaban de nosotros, de sus hijos, no es que mi querídisima amiga Simone se haya olvidado de mi y yo de ella sino que, estoy terminando la peor etapa de mi vida, la adolescencia y eso ella lo tiene que entender.
Mis padres querían contarle a Simone que iba para allá, para que cuidase de mi pero les pedí por favor que no le dijeran nada, si yo quería que supiese que estaba allí es porque me iba a ver ella con sus propios ojitos y por sorpresa. Claro está mis padres lo aceptaron y a pesar de que ellos no van, estan felices como si fueran ellos los que se van a montar en ese avión.
Me fui a la cocina aún con los ojos pegados y sin dejar de bostezar, me senté y esperé a que me pusieran las cosas en la mesa y en un abrir y cerrar de ojos tenía todo el desayuno en mi mesa y mis padres observándome con una sonrisa de oreja a oreja.
-Se que soy extremadamente guapa pero, dejad de mirarme cuando desayuno.
-Que no se te olvide pasarte a ver a Simone y a Gordon.
Dejé mi tostada en la mesa y miré fijamente a mis padres.
-Iré a verles cuando esté preparada, no me atosigueis.
-Claro, claro-dijo mi padre mirando a mi madre.
Mi madre se metió una mano en su bolsillo y sacó lo que parecía una llave.
-Ten la llave, es la única que tenemos, le haces una copia por si acaso que tú con las llaves no eres muy amiga.
Es verdad no se cuantas copias de las llaves me ha tenido que hacer el caso es que las pierdo, pero en mi casa.
-Déjala en mi bolso-le señalé a mi habitación.
Terminé de arreglarme, aseguré que no lo tenía todo y fuimos abajo a la casa de Laura que nos abrió la puerta con una gran sonrisa y su madre detrás llorando, sería la primera vez que se separaba de ella un mes.
-¡Qué emoción!-me abrazó.
-No tenemos tiempo para emocionarnos así que, largo-la empujé hacia el ascensor.
-Adiós mamá-le dijo.
No es que sea antipática pero es que soy así, no suelo tomarme las cosas con tanta felicidad aunque sepan que soy la tía más feliz del mundo, desde que me fui de Magdebur no soy la misma.
Llegamos al aeropuerto y me despedí rápido de mis padres, soy dura pero por dentro soy nada asi que no aguanto las despedidas.
Cada vez que iba a ver la cara de mi amiga era una auténtica cara de felicidad mientras que la mía era una auténtica cara de cansancio, o sea no podía parar de bostezar.
Al montarnos en el avión a ella le tocó la ventana así que tenía que aguantarse me tenía que apoyar en su hombro.
-Bueno, despiértame cuando lleguemos-cerré los ojos.
-¡No te parece fántastico!-chilló tanto que tuve que abrir mis ojos del susto.
-¡Si! Sería fántastico que pudiera descansar.
-¡Sam!-me cogió de los hombros y me llegó a asustar-. ¡Qué voy a estar en la misma ciudad que Bill Kaulitz!-me soltó-. Voy a visitar su colegio, su casa, su ¡todo!
Me llegó a cansar.
-¿Conoces todos esos sitios?
De inmediato la gran sonrisa se le borró.
-Pues no...¡Joder Sam! ¿Cómo que no los has visto?
-Magdeburg es grande Laura no tuve porque encontrarmelos.
Le mentí. Las palabras de mi madre pasaron por mi mente debes contarselo a Laura y es que la vi tan mal que suspiré para tener las fuerzas para contárselo.
-Laura lo ciero es que...conozco todas esas cosas-dije cerrando los ojos para esperar la respuesta de mi amiga.
-¿Cómo? Si no los conocías porque…- se rió y luego puso cara de asombro-. A no ser que si los conocieras....
Laura giró su cabeza para verme y aún con los ojos cerrados asentí lentamente. Ésta se quedó unos segundos con la mirada perdida y después agarró bien fuerte su posa manos y se echó hacia atrás.
-Puedes ir contándomelo todo-cerró los ojos y suspiró.
-Verás...¿recuerdas esos cuatro amigos que eran los únicos que tenía en Magdeburg? Son cuatro...
Laura cayó en la cuenta y abrió los ojos como platos seguido de un chillido que todo el avión lo oyó e hizo que la rubia azafata se acercara.
-¿Le ocurre algo malo?-preguntó preocupada.
Laura no estaba en plan de decir nada así que dije lo primero que se me ocurrió.
-Tiene pánico al despegue.
-Aún no hemos despegado.
Siempre se me han dado bien las mentiras, estoy perdiendo fuelle. Miré a un lado a ver que se me ocurría.
-Ehm ya, se que no hemos despegado-miré por la ventana y el aeropuerto seguía ahí-. Lo que pasa es que...¡Esa señora de allí la llama!-señalé para otro sitio y miré rápidamente a Laura para ver si así la podía despistar pero nada.
La miré y suspiré.
-Bien señorita me está tomando por una loca tonta, pues si soy algo así parecido así que no la molestaremos más.
-Eso espero-me advirtió.
Cuando se dio la espalda y es propio de mi, le hice burlas. Fui a ver como estaba mi amiga y seguía igual, en estado de schok.
-Laura, por favor dime algo.
-Eres una asquerosa.
-Vale, al menos es algo.
-¿Por qué no me has dicho que conoces al chico de mis sueños? Yo que quería saber de él, todas sus cosas, como es...
-Por eso mismo-la interrumpí-. Por que sabía que me ibas a preguntar cosas de él y porque al principio no creí confiar lo suficiente en ti para decirtelo.
-Bueno Sam, no soy quien para juzgarte, has necesitado tú tiempo para contármelo y ya me lo has contado.
Laura como siempre hace me entendió.
-Entonces, ¿qué fiesta fue en la que esa tal Vanesa te hizo eso?
-En la bienvenida a Universal, acababan de contratarlos. Me pregunto que será de ella, si habrá quedado más con Tom.
Nos hicieron abrocharnos los cinturones, el avión se movía ya si que despegabamos.
-Tom es el chico que querías, que quieres y el que te dijo que no.
-¿Él qué quiero?-solté una carcajada.
-Venga Sam, yo sabía que querías a ese chico y ahora que se quien es, no puedes engañarme.
-Bueno, si-me rendí.
Ya estabamos en el aire.
-En fin Sam, no pasa nada si me cuentas algo,¿no?
Laura me miraba con ojos de súplica para que le contase cosas.
-En serio Laura, mejor que no te cuente nada, no sabes lo que son capaces de llegar.
-No me importa.
-Buuueno, está bien. ¿Te gusta el nombre de su grupo?
-Si, porque.
-¿Sabes quien se lo puso?
-Ellos, bueno una amiga. Tú-me señaló y sonreí satisfactoriamente-. Que fuerte-achinó la mirada.
-Si, el mismo día en el que firmaron contrato con Universal les dije que si iban a seguir con su antigüo nombre y dijeron que no y ellos no tenían creatividad así que...
-Vale, a ver que más cosas. Bill.
-Laura no vas a parar ¿verdad?-Laura sacudió la cabeza y me sonreía-. Bill es tal y como tú lo ves, sensible, cariñoso, guapo, divertido, creativo... Siempre que lo he necesitado estaba ahí y siempre me sacaba una sonrisa.
-Propio de él-suspiró.
-Y a la hora de dormir es monísimo la cara que se le pone y para despertarlo siempre le tenía que dar un beso en la mejilla...-reí al acordarme de lo que tenía que hacer para que se despertara agusto-...para que despertara bien.
-¡Alto! ¿Has dormido con Bill?-se sentía como ofendida.
-Mis padres salían mucho de fiestas con los padres de Bill y Tom y nos quedabamos a dormir los tres, Bill es el que más grande tenía la cama asi que me tocaba con él.
-En serio no me puedo creer que hayas tenido tanta suerte.
-Con él solo no he dormido he dormido con los cuatro.
-Si, arreglalo.
Empecé a reir al ver a mi amiga así. La conozco y se que algo le ha molestado el no haber sido ella la que durmió con Bill, la que conoce sus mayores secretos desde los siete años hasta los catorce, la mejor amiga de Bill.
-Será mejor que cambiemos de tema-respiró ondo- ¿Y si te lo encuentras?
-Como Alemania no se haya convertido en América hoy lo dudo.
Laura puso cara de no entender.
-Laura me dijiste que estaban en América de gira.
-Oh si claro es verdad se me había olvidado.
-Además no se que le diría han sido mis únicos mejores amigos y los dejé así sin despedirme y no se.
-Con que ellos son tus únicos mejores amigos y yo no-sacó morros.
-Laura, ¿desde cuándo eres un tío?
-Cierto-rió-. Pero creo que las palabras te saldrían solas si los vieras.
-Me encantaría el volver a verlos, pero creo que es mejor que no los vea.
-Y tú casa está justo enfrente de la de su madre ¿no?
-Si no se ha mudado si, pero ellos no están así que…
Laura dio la vuelta la cabeza y dijo algo entre dientes que fui incapaz de oirla.
-¿Has dicho algo?-pregunté.
-No que va que voy a dormir algo en lo poco que queda-disimuló.
-Quedan dos horas-le avisé.
-Pues eso dos horas durmiendo.
-Y luego yo soy la rara-rei.
Tras dos horas intensas de vuelo aterrizamos al fin en Hamburgo para poder coger nuestro tren para que nos llevase a mi querida Magdeburg.
Eran a las diez y media de la mañana y mi ciudad natal era exactamente la misma; algunos edificios eran nuevos pero la mayoría seguían en su mismo sitio, las mismas ruinas, aquella casa que aún no se ha derrumbado, la tienda en la que iba siempre, aquel restaurante de la esquina de nuestro barrio... Los ojos se me humdecieron, no me lo podía creer, ¡he vuelto a casa!
Laura estaba pagando al taxista mientras yo me quedaba observando mi vieja casa con la boca entre abierta.
-Mi casa-pude decir cuando noté que Laura estaba detrás de mi.
-Tú casa-me dijo con una sonrisa y mirándome por el rabillo del ojo.
-Está igual que antes-le conté.
-Es grande
-Aquí se gana más dinero- oímos el sonido de una puerta que se cerró a la otra calle, nos dimos media vuelta y alli estaba mi querida amiga-. Simone.
-¿Qué?¿es mi suegra?-bromeó.
La miré por el rabillo del ojos y tuve que sonreir.
-Si.
Simone estaba igual que antes, miró hacia aqui pero, seguro que se le habían olvidado las gafas y no veía, yo si la veía perfectamente y era la misma dulce madre de mis gemelos. Mi otra madre.
-Ve, salúdala-me dijo.
-No, más tarde- me temblaba la voz-. Ahora tenemos que limpiar-me di media vuelta.
-¿Qué? Pero entonces luego estaremos cansadas para dar una vuelta-se quejó mi amiga.
-Y si damos la vuelta luego vamos a estar cansadas para limpiar así que andando-señalé para adentro.
Busqué la llave, la única llave que me había dado mi madre y no la encontraba, me temía que otra vez tenía que llamar al cerrajero, pero no.
-¡Aqui está!-se la puse en la cara con una gran sonrisa.
Abrí la puerta y la casa estaba llena de polvo y con unas cuantas amigas arañas.
-¡De vuelta a casa!-dije felizmente.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

PORFISSSSSSS CONTINUALO....

ESTA SUPER