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El amor equivocado.

25/7/09 |

Capítulo 7.
-¿Qué haces aquí? ¿Quién te ha dado permiso para ir entrando en la habitación de gente ajena?
Tom estaba cabreado, normal, un famoso como él y se encuentra a una chica en su cuarto a saber haciendo qué.
Me quedé aún en el mismo sitio, me quedé paralizada, quería moverme pero mi cuerpo no correspondía. Quería ver a Tom aunque sea por el rabillo del ojo pero no lo conseguía ver bien.
-¿No contestas? Podrías largarte, ¿es qué no te han enseñado modales? Mira no quiero ser mal tío pero, es que a nadie le gustaría encontrarse a una chica, bueno que si estaría bien encontrarse a una chica como tú que estás muy bien...
Vaya, este tío sigue siendo igual.
-Pero este no es el asunto. ¿Qué...haces...aquí?
Si no le contestaba era capaz de cogerme y echarme a patadas.
-¿Qué es lo que pa...?
Otra voz. Bill entró y al verme no pudo completar la frase. Perfecto, estábamos todos aqui y yo aún en el suelo paralizada.
-¿Quién es esta mamá?
Parece ser que Simone y Laura han entrado también.
-Pues es...
Simone empezó a hablar pero noté como Laura la paraba, quería que me enfrentara yo solita.
-Pensé...-por fin pude decir algo con la voz quebrada y subí léntamente hasta quedarme de pie. Cuando pude decir algo noté como Tom y Bill se movieron-...que al entrar a vuestra habitación recordaría mejor los momentos que hemos pasado.
Lentamente me di la vuelta y un nudo grandísimo se me formó en la garganta dejando paso a más lágrimas.
Por fin los estaba viendo durante mucho tiempo, tanto tiempo viéndolos en pantallitas del ordenador o de la tele y ahora, mis gemelos están aqui a unos metros de mi y sin reconocerme.
El corazón me latía al ver a Tom como me miraba como una loca que se había metido en su habitación.
-¿Tú la conoces?-dijo Bill en un susurro a su hermano.
Al oir esa pregunta no se porque pero me tranquilicé al reirme, Laura y Simone también rieron pero Bill y Tom aún seguían frunciendo el ceño intentando de averguar quien era.
Tom le dio un golpe a su hermano y le señaló a la foto que tenía en mi mano izquierda. Entonces, me observaron, me recorrieron con la mirada todo mi cuerpo y más mi rostro y pronto entre abrieron la boca mirándome y mirándose cada uno.
-Eres...-Bill pudo decir algo.
-Si-dije con una lágrimas metiéndose en mi boca.
Me pasó exactamente que con Simone, antes de darme cuenta estaba en los brazos de aquellos hombretones que ya medían metro ochenta y que ahora si era una enana a su lado. Me abrazaron fuertemente y más lloraba. No me podía creer que tuviera en mi brazos otra vez a los gemelos. En ese momento me olvidé por completo de mi pasado y que estaba enamorada de uno a los que estaba abrazando y que fui rechazada.
Al menos nos tiramos dos minutos o más ahí abrazados, era como si nos estuvieramos dando todos los abrazos en cinco años que no hemos estado juntos.
-¡Sam!-dijo Bill al separarse de mi y llevándose a su hermano-. ¡Estás aqui!
Bill no paraba de lucir su dentadura al sonreir al igual que todos los que estábamos en esta habitación.
-¡Estas buenísima Sam!
-Hala Tom, en vez de decirle algo mejor...-se quejó su madre y empezamos a reir todos.
-¡Sam! Te he echado mucho de menos-Bill me cogió de un brazo y me abrazó fuertemente y me dio un dulce beso en la mejilla.
Cuando se hubo despegado de mi, los miré y rompí a llorar. Bill y Tom vinieron a mi a consolarme y a reirse un poco de aquella enana, como antes salvo que no era tan enana.
Los ví bien y Bill vestía con vaqueros, una sudadera y un gorro; Tom vestía con sus pantalones mega anchos, una sudadera también y su típica gorra de rapero. Eran auténticas estrellas.
Bill y Tom no me soltaban de las manos y me llevaron al sofá de su salón. Para cuando llegamos oímos golpetazos en la puerta.
-¿Quién es?-le preguntó Bill a su madre extrañado.
Cuando Simone abrió la puerta tan solo escuché ¿dónde está? después de eso tan solo vi a dos chicos que se abalanzaban sobre mí a abrazarme.
-No me puedo creer que estés aqui-dijo uno de los chicos en un susurro.
Pero lo reconocí, era mi Georg y el otro debía de ser Gustav.
-¿Cómo se han enterado tan rápido? Nosotros acabamos de soltar su mano-se quejó Tom.
-Quizás tenga yo algo de culpa-dijo Simone.
-A ver..chicos...no...puedo...¡respirar!-fue lo único que dije.
-Si perdona.
Se despegaron de mi emocionados, ilusionados. Los vi y parecía una madre:
-¡Cuánto habéis crecido!
El salón empezó a reirse.
-¡Anda que tú! Mírate si estás super delgada, guapísima-me piropeó Gustav dándome un beso en la mejilla en el mismo lado en el que Bill.
-Estamos los cinco de nuevo-dije secándome las lágrimas.
-¡Exacto!-saltó Gustav emocionado-. Ya sabía yo que no te irías a olvidar de nosotros.
-¡Si!-dijeron todos.
-Bueno...lo cierto es que la idea de venir...no era la primera en mi mente.
Tuve que decirlo, con ellos tengo que ser bien sincera. A los chicos no le gustó lo que dije y pusieron cara de decepción. Laura y Simone se sentaron en el sofá viendo nuestra escena.
-¿Qué quieres decir? ¿qué no querías vernos?-me dijo Gustav.
-No era eso si no que...-me costó decirlo-...que es porque...me daba vergüenza el veros, me porté tan mal sin despedirme de vosotros.
-¡Pero estás aqui!-sonrió Georg.
-Georg tiene razón-continuó Bill-. Si estás aqui es porque nos quieres todavía al igual que nosotros, somos todos amigos y los amigos, nunca se olvidan.
-Es verdad-dije con una risita-. Pero, me cuesta creer que no estéis enfadados conmigo, yo lo estaría.
-Para nada Sam-Georg se acercó a mi-. Eres nuestra mejor amiga y ya te lo hemos dicho, por mucho que nos hicieras jamás podríamos enfadarnos contigo, no podríamos, eres demasiado importante para nosotros, además de que, para mi, eres la hermana que nunca he tenido.
Aquellas palabras de Georg me emocionaron realmente.
-Para todos, eres la hermana que no hemos tenido-continuó Gustav-. Bueno para mi, la hermana pequeña que nunca he tenido.
Sonreimos. La estancia se quedó en silencio unos sengundos, viéndonos las caras que teníamos de felicidadad.
-Bueno-saltó Tom- para mi no se si decirte hermana exactamente, es que estás tremenda Sam.
-¡Tom!-se quejaron todos y empezamos a reirnos.
Tom me estaba piropeando. Ahora que estoy delgada y no me molesta la verdad porque sé que, cuando estaba gorda, no es que recibiera demasiados piropos.
-Bueno ya está, tengo que marcarme algo bonito ¿no?-me cogió de las manos y me miró dulcemente a mis ojos, haciendo que me derritiera-. En serio Sam, te queremos, no nos hemos olvidado ni un solo día de ti. Porque además, eres la creadora de nuestro grupo, Tokio Hotel, nació por ti.
Mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas. Los demás asintieron y le dieron la razón a Tom. No se como no me desmayé al ver a Tom acercarse léntamente a mi mejilla y darme un beso, dulce, húmedo que me encantó.
Soltó mis manos, y Bill se dirigió hacia mi.
-Creo que esto va por turnos-rio el dulce y cariñoso Bill-. No puedo decirte más que ellos porque, para nosotros, significas igual, la niña de nuestros ojos, la única chica, aparte de nuestras madres que, es importante para nosotros.
-Que bonito chicos-Simone saltó algo emocionada.
Vi a Laura y noté que estaba flipadísima por tener a Bill tan cerca. Los tenía que presentar. Me acerqué a ella, la cogí de una mano y la levanté.
-Chicos, esta es mi mejor amiga, Laura. Os podéis acercar a darles dos besos.
Laura se sonrojó.
-Faltaría más, Sam -saltó el gracioso de Tom y fue directo a las mejillas de Laura-. Como tengas más amigas así Sam...
Bill le dio un cococatazo a su hermano haciendo gesto de lo cansado que estaba de esos comentarios y nosotros reímos. Los demás se acercaron y le dieron dos besos, el último fue Bill, y noté algo extraño en él, su mirada era, otra y la manera de coquetear con la mano de mi amiga era algo que, nunca he visto.
-Soy Bill-se presentó el gemelo menor.
-Ya lo sé-dijo Laura tímidamente-. Soy una gran fan de vosotros.
-Lo que me alegro de que tengamos fans así-continuó Bill.
Laura sonrió sonrojada.
Hablamos de un para de cosas sin importancia y luego la estancia se distorsionó, Georg y Gustav encontraron algo en la tele; Simone y sus hijos se quedaron hablando y mientras me acerqué a Laura.
-Menos mal que estaban en América-le dije entre dientes, disimuládamente.
-Ah-rió nerviosa y entre dientes mirándome por el rabillo del ojo-. Si estaban en América solo que, el mes pasado.
-Ya, claro.
Entonces me acordé del mes pasado, de septiembre. En ese mes mis amigos celebraron un montón de cosas y yo no les había felicitado.
-Por cierto-les interrumpí a todos de sus cosas-. Bill, Tom, Gustav..-los nombrados se acercaron a mi. Yo estaba bien seria, esto era lo mio para después saltar bien contenta-. ¡Felicidades retrasadas!-abrí mis brazos.
Los chicos se acercaron a mi para que les pudiera abrazar, me faltaba espacio para tener a los tres en mis brazos. Laura me imitó.
-Vaya, ¿y para mi no?-reclamó Georg.
Laura y yo fuimos donde Georg y yo le abracé fuertemente mientras mi amiga, cortada por la vergüenza tan solo le dio dos besos.
-Y bueno esto no es lo único por lo que quiero felicitaros...-continué-...Habéis tenido demasiado éxito y yo sabía que lo conseguirías...-los chicos asintieron en señal de agradecidimiento-...Felicidades por todo, y ya sabéis, nunca cayáis bajo. Por cierto, Estados Unidos ¿eh?
-Buaaf, es súper flipante Sam-Bill saltó eufórico-. Ganamos un premio, ¡nuestro primer premio en USA! Y sabes que ese sueño lo teníamos bastante lejos.
-Pues si la verdad, nada más que hacíamos hablar de ese tema pero, ¡me alegro tanto por vosotros!
-Basta de alegrías y vayamos a cenar-Simone intervino-. Sam, Laura ¿me ayúdais?
Laura y yo sin rechistar seguimos a Simone a la cocina mientras los hombres se quedaban tan panchos viendo la tele.
Hicimos el plato especial de Simone: pasta; nosotras nos encargamos de lo básico y ella de darle su ingrediente secreto a la salsa que está riquísima.
-Sam, cielo, ¿puedes decirle a los señoritos que se levanten a poner la mesa?
-Claro.
Me limpié las manos y asomé solo mi cabeza por la puerta. Los gemelos estaban sentados en el sofá hablando y los otros dos viendo un partido de básquet.
-Señoritos-les llamé y giraron la cabeza para verme-. ¿Podéis poner la mesa?
-Ya estamos otra vez-se quejó Gustav mientras se levantaba.
Y se porque lo dice, porque cada vez que nos quedábamos a comer donde Simone siempre les interrumpía el partido para que pusiésen la mesa.
-Venga no os quejéis-le di un golpe cariñoso a Georg mientras pasaba por mi lado.
Pero faltaban dos, y esos dos aún seguían sentado en el sofá y Bill sin dejar de observarme con una enorme sonrisa.
-¿Qué pasa?-dije con risa nerviosa-. ¿Tengo algo en la cara?-me limpié con mi mano.
-No que va-rió Bill-. Es que echaba de menos estos momentos.
Sonreí como una boba, me olvidé de Tom y tan solo miraba los ojos iluminados de Bill; le echaba de menos. Me pareció que estabamos demasiado tiempo mirándonos y me di media vuelta a meterme en la cocina.

2 comentarios:

Unknown dijo...

WOW WOW CHICA DE VERDAD ME ENCANTA NO RECUERDO COMO TE ENCONTRE PERO REALMENTE ES BUENISIMO LO MEJOR QUE HE LEIDO Y TE HE SEGUIDO DESDE EL PRIMER CAPITULO SON IMPRESIONANTES OJALA Y ESTE BASADO EN UN HECHO REAL ALMENOS LA MAYORIA JEJE Y SIGUE QUE ES EXELENTE TE DEJO MI CORREO POR QUE ESPERO PLATICAR CONTIGO ES MARAVILLOSO LO QUE ESCRIBES Y ME ENCANTARIA PLATICAR ADEMAS YO SOY MEXICANA Y AVECES ME CUESTA UN P0CO DE TRABAJO ENTENDER PERO ES MUY BUENO ale_besitosdemiel@hotmail.com bye cuidate y sigue asi.

Daniela Camelo dijo...

Hallo!!
como ia
zabs

ME ENCANTA
SIGUELAAAA

PLIZZ

jaja io de
leer tantas
fics
ia entiendo
jiji

me voe
biie